Freddy Frisuelos: «Cumpliendo 25 años cerramos una etapa preciosa, alucinante»

Freddy Frisuelos

Con el fin de 2016 concluye un año muy especial para Daylight Studios, pero sobre todo para Freddy Frisuelos, su director general, que ha visto como la empresa que fundó hace un cuarto de siglo siguiendo la estela de los grandes estudios fotográficos americanos cumplía sus bodas de plata. Nos sentamos con él para hablar de este importante hito y para que nos ofrezca su balance de un año cargado de trabajo, novedades y, sobre todo, muchas emociones.

El año 2016 finaliza. Habrá tenido un gran impacto en ti profesional y emocionalmente.

Ha sido intenso. Precisamente este año decidí dar un paso atrás como prueba para ver cómo funcionaba Daylight Studios conmigo en otro papel y ahora que estamos cerrando el año veo que todo ha salido bastante bien y que hemos cumplido las expectativas. Para mí, esto no ha sido nada fácil, algo así como dejar a un hijo adolescente solo en casa durante un fin de semana (risas). Tienes que tener mucha confianza y yo he dejado a tres personas de mi equipo: Dani (Martín, director técnico), Marga (Gorostiza, responsable de producción) y Laura (Polo, responsable de administración) para que llevaran ellos las riendas y las cuentas están saliendo. Sigue habiendo mucho trabajo y los clientes siguen confiando en nosotros. Y emocionalmente, claro, ha sido un año muy bonito, lleno de recuerdos. Aunque tenga la sensación de estar dejando espacio, no me siento para nada como si se estuviera desmontando nada, porque no es así. Como ejemplo, acabamos de adquirir diez generadores Profoto Pro-10, porque sabemos que estamos en un momento inmejorable y queremos seguir creciendo tecnológicamente, como siempre, porque es nuestra forma de ser.

Dar ese paso atrás no habrá sido fácil. Te habrás tenido que rodear de un equipo de mucha confianza y, viendo que las cosas estás saliendo bien, te sentirás orgulloso de haber hecho una buena elección…

Totalmente. Estoy muy contento con todo el equipo pero me gustaría destacar la figura de Dani Martín, nuestro director técnico, que se ha convertido en una pieza fundamental para nosotros. Ha asumido muchísima responsabilidad, para, acompañado por Marga, Laura y un gran equipo, conseguir que haya una confianza total, no estar pendiente todo el tiempo y que me haya podido relajar porque sé que en los estudios existe un alto sentido de la responsabilidad. Si Dani no hubiera dado este paso adelante yo no lo hubiera podido dar hacia atrás.

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Frisuelos, junto al fotógrafo Jordi Socias y el director de cine Francis Ford Coppola

¿Y por qué decides levantar el pie del acelerador?

Bueno, son ya 25 años trabajando en este proyecto y otros 10 o 12 anteriores con otras cosas. Con los años te das cuenta que montando una empresa y trabajando para que funcione te pierdes muchas cosas de tu vida personal; algunas no se pueden solucionar pero otras sí, y eso es lo que estoy haciendo. Creo que lo que aquí se ha construido es muy grande y muy bonito y sigue teniendo mucho futuro. No veo ningún problema a corto, medio o largo plazo, pero que la vida sigue y nos tendremos que jubilar algún día (risas). Lógicamente llega un momento en el que decides para un poco.

«Creo que lo que aquí se ha construido es muy grande y muy bonito y sigue teniendo mucho futuro» 

De algún modo, que hayas dado ese paso demuestra la solidez de Daylight Studios. Si se tratara de un negocio frágil no hubieras podido hacer este movimiento, ¿verdad?

Desde luego. Nos ha ido bien y nos va bien. Hemos visto casos cercanos en los que por desgracia no ha sucedido así. De todas formas, se puede ser optimista, pero hay que tener mucha cautela, porque hay veces, y yo lo he vivido, en que el negocio no te permite parar. Estoy satisfecho de haberlo hecho y creo que ha sido bueno para todos, porque la gente también necesita sentir esa confianza, verse respaldado y tomar decisiones, equivocarse y solucionar los problemas que puedan ir surgiendo. Este equipo, desde el primero al último, sabe hacer todas estas cosas.

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Freddy Frisuelos, a principios del año 1989, en el primer local de la calle Embajadores

2016 ha sido un año lleno de cambios para vosotros. Coincidiendo con vuestro aniversario habéis hecho una renovación importante a nivel de imagen de empresa, soportes, etc…

Claro, esto es algo que hicimos coincidir a propósito, porque sentimos que vamos cumpliendo ciclos. No es algo forzado, es algo que hemos hecho siempre así, ajustándonos a nuestros ritmos. Como este año cumplíamos 25 años sentimos que cerrábamos una etapa preciosa, alucinante, pero como la vida sigue, quisimos marcar una diferencia y decir “hasta aquí hemos llegado, ahora más”. Continuamos con ilusiones renovadas y ganas de seguir estando en primera línea y hacerlo cada vez mejor.

Hablabas antes de tener cautela a la hora de tomar decisiones. ¿Puedes poner un ejemplo?

Bueno, en estos años hemos tenido la oportunidad de crecer y abrir delegaciones fuera de Madrid, pero es algo que conscientemente hemos rechazado, aunque muy halagados, porque pensábamos que nos podría vencer una ambición desmedida y perder el control. Quizá 10 o 15 años atrás sí hubiéramos podido abrir una delegación en Barcelona o Palma de Mallorca como ha hecho gente de la competencia, pero nosotros no creíamos que esa ampliación fuera oportuna en estos últimos años. Hemos reforzado los lazos de unión que tenemos con nuestros colaboradores y los fomentamos. Queremos seguir progresando profesionalmente pero tampoco queremos que nos pueda la avaricia: tenemos que saber disfrutar, estar con nuestras familias, tener horarios compatibles con este tipo de vida… No todo es el dinero. Aquí hay días que nuestros trabajadores salen a las 10 de la noche, y si hay que hacerlo se hace, pero no como norma.

En 2016 hemos recogido muchos testimonios de elogio hacia vuestros estudios por haber conseguido desarrollar una carrera tan longeva en un sector en el que no es fácil mantenerse. ¿Qué tipo de reacciones has recibido tú al celebrar vuestro aniversario?

Muy positivas. Celebramos una fiesta para conmemorarlo y yo estaba feliz porque vino muchísima gente: fotógrafos, ayudantes… Vinieron personas que habíamos invitado pero que como hacía casi 25 años que no veía pensaba que no iban a venir, me hizo mucha ilusión. Por supuesto que eché de menos a algunas personas que me hubiera gustado haber visto, pero también es cierto que en tantos años no todo ha sido fácil y bonito y han existido problemas, desencuentros y distanciamientos. Lo pienso y veo que a lo mejor yo también quería que este año sirviera para reencontrarse con todo el mundo pero por supuesto entiendo que tampoco haya podido suceder. Quizá es lo único que me ha quedado pendiente. Pero soy consciente de que además de haber hecho las cosas bien, en estos años también hemos cometido errores y hemos tomado nota para tratar de no volver a caer en ellos.

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Imagen de la fiesta de celebración del 25º aniversario de Daylight Studios

¿Qué te dice la gente que estuvo allí hace 25 años? Será muy emotivo oírles después de tanto tiempo y en un momento tan importante.

Por supuesto, lo he hablado con gente como Nils Schlebusch, por ejemplo, que no pudo venir porque vive en Nueva York, y a todos les encantó el hecho de que quisiéramos celebrar esto. Aunque no pudieran estar aquí físicamente, sí estaban de corazón y nos decían que sentían una gran emoción porque saben que han sido partícipes y que han puesto su granito de arena. La vida esta hecha de momentos y de personas y aquí han pasado miles de cosas. Todos han dejado su huella y me quedo con lo mejor de cada uno.

Por último, ¿cómo te sientes cuando escuchas a un reconocido fotógrafo como Félix Valiente decir que trabajar en Daylight Studios le ha ayudado mucho más que aprender a medir la luz o abrir más o menos el diafragma?

Me causa mucho orgullo, claro. En general, nosotros tratamos que todo el que pasa por aquí aprenda todo lo que pueda, pero hay gente que es muy proactiva y que sabe motivarse. Cuando Félix pasó por aquí, empezaba todo lo digital y nosotros no teníamos ni idea. En aquella época, pasó por aquí Benjamin Kaufmann, un fotógrafo alemán que estaba en Madrid, de madre maquilladora y padre fotógrafo, que sabía muchísimo. Como no tenía dinero porque estaba empezando y quería hacer cosas con nosotros, encontramos la manera de que nos pagara: con formación. Él nos enseñaría a retocar cuando no teníamos ni idea de Photoshop ni sabíamos lo que era. Justo queríamos empezar con un departamento dedicado a lo digital, así que le dijimos “te dejamos equipo y tú nos das clases”. Fue increíble. En esas clases todos aprendíamos y Félix, por ejemplo, que estaba aquí haciendo unas prácticas, se formó como ninguno. Más tarde, cuando terminaron sus prácticas como asistente, nos pidió seguir viniendo y terminamos contratándole. Mostraba muchísimo interés y mira lo que ha pasado y dónde está ahora. Al final, con su capacidad y sus ganas era alguien que los clientes ya prácticamente nos exigían para sus producciones.