‘Daylight Studios: Año cero’, por Freddy Frisuelos
Ya que en 2016 celebramos nuestro vigésimo quinto aniversario, hemos decidido tirar de archivo y desempolvar una selección de imágenes inéditas para su publicación. Cada una de ellas será comentada en primera persona por uno de sus protagonistas con el fin de explicar mejor el camino recorrido por Daylight Studios hasta hoy. En la primera entrega, Freddy Frisuelos, director general de Daylight Estudios, viaja en el tiempo hasta 1989 para ayudarnos, no sin cierta nostalgia, a conocer cómo se gestó el ‘proyecto Daylight’ y qué hacían por allí figuras reconocidas del mundo de la fotografía como Rafa Gallar, Pepe Botella, Nacho Pinedo, Jonathan Miller o José Aragón.
“Esta foto se tomó a principios del año 1989 en nuestro primer local, situado en la calle Embajadores. Me lo habían llevado a ver Alain Baineé, diseñador de decorados, y Corinne Lafaye, estilista. Todos estábamos empezando; ellos trabajaban en mundo del cine y querían compartir gastos, así que me liaron a mí, y yo a Carlos Sánchez, porque la idea inicial era arreglar el espacio para que todos pudiéramos usarlo en una especie de ‘coworking’. Ellos querían un espacio donde diseñar, con mesa de dibujo, etc, y nosotros buscábamos tener un estudio fotográfico en el que poder empezar como fotógrafos. Por un lado, mientras que Carlos trabajaba para Cosmopolitan y era más de hacerlo en la calle, nada de estudios, yo había empezado trabajando con Peter Muller y funcionaba al revés, siempre metido en estudio, ya que había comenzado haciendo fotos de producto y necesitaba algo de esas características.”
“El de la imagen soy yo, aunque mucho más delgado que ahora (risas). El local lo encontramos en el estado que se puede observar en ella. Para hacer la primera reforma tuvimos que sacar cinco camiones de escombros y cuando terminamos el espacio no tenía aún nada de estudio. Ni Ciclorama, ni lucernario, casi nada… Encima, un tiempo más tarde, cuando solicitamos permiso para poner el lucernario cambiando el tejado entero nos encontramos con que el sitio tenía un defecto estructural importante. Teníamos dos opciones: o tirar hacia delante o olvidarnos del sitio. Seguimos con ello pero esa decisión creó una inquietud en mí porque siempre pensaba que nos podía ocurrir algo, así que invertimos mucho en seguridad, en comprar muchos extintores, por ejemplo, porque lo que más miedo me daba era que se produjera un incendio. La realidad es que en cuanto pudimos salir de allí nos fuimos, pero antes de eso se marcharon Alain y Corinne a finales del 90, quedándonos nosotros con el estudio y todas sus deudas”.
“Ése fue el momento en el que Carlos y yo decidimos montar una sociedad llamada Daylight Studios S.L. siguiendo una idea que yo tenía en la cabeza después de haber viajado a Nueva York y haber visto los grandes estudios fotográficos americanos, algo que en España no existía. Pensé que había una necesidad de montar algo así y, poco a poco, con mejores medios, empezamos a captar clientes como El País, Telva, ELLE, Cosmopolitan, El Corte Inglés…”
“La verdad es que siempre quise salir del local de Embajadores por las deficiencias y limitaciones que tenía el sitio, así que a los cinco años nos fuimos. Mucha gente me pregunta si no me dio pena y siempre respondo que ninguna, pues por el espacio no sentía ningún apego. Claro que me fui echando de menos a la gente que había pasado por allí y todos aquellos momentos que habíamos vivido, porque se creó un gran vínculo emocional para todos los que habíamos comenzado allí: Pepe Botella, Nacho Pinedo, Paco Rubio o Jaime López, un fotógrafo peruano que vino de Nueva York a España a trabajar al igual que hicieron Jonathan Miller, Shane Young, Kim Kennedy, gente que se establecía en España porque en NY era imposible hacerlo. Había que irse fuera, trabajar y poder volver demostrando que ya habías hecho trabajos y que tenías experiencia como fotógrafo. En España era más fácil. Recuerdo todo aquello con mucho cariño, aunque fueron tiempos muy duros, y me acuerdo mucho de mis ayudantes. Gente como Quique Escorza, Joaquín Tornero, Félix Garay, Sara Zorraquino, Raquel Quintana ‘La Raquelilla’, Diego Merino, Nils Schlebusch… Otros a los que dimos trabajo en esa época fueron Rafa Gallar o José Aragón, que ahora son súper fotógrafos. En cualquier caso, para Daylight Studios no fue una época sencilla porque aunque trabajábamos con muchos clientes y sin parar, el estudio estaba creciendo y era un agujero negro que se lo tragaba todo. Nunca teníamos dinero.”