¡Qué producción la de aquel día!: “Nada como un Hummer para salvar a una autocaravana de hundirse en un pantano”
25 años de existencia nos han permitido adquirir mucha experiencia a costa de miles de horas de trabajo en las que hemos pasado por incontables situaciones de todo tipo. A continuación, Dani Martín, nuestro director técnico, nos ofrece la segunda entrega de ‘¡Qué producción la de aquel día!’ con una nueva anécdota vivida en el transcurso de una producción. Como casi siempre, a pesar de que resolverlas nos haya costado sangre, sudor, lágrimas y alguna que otra cana, tratamos de contarlo en clave de humor, porque, al final, disfrutamos de lo que hacemos y estamos orgullosos de haber llegado hasta aquí.
«La siguiente anécdota, de la que quedó constancia en la composición de viejas diapositivas que se reproduce más abajo, tuvo lugar durante una producción que se hizo en 2004 para Ediciones Condé Nast y una de sus conocidas publicaciones de estilo, actualidad y noticias para el público masculino: GQ, con el fotógrafo Diego Merino detrás de la cámara. Al ser un trabajo en exteriores se contrataron los servicios de nuestra autocaravana, ya que por entre los requisitos del photoshoot se encontraban la presencia de ayudante, estilista, maquilladora, modelo y el alquiler de bastante equipo. Su ubicación, el pantano de Buendía en Sacedón, a 120 km. de Madrid. Acompañando a nuestra autocaravana para la ocasión vino un enorme Hummer H2 de color negro, la versión urbana de los 4×4 usados por el ejército de los Estados Unidos, que nos trajo hasta allí la marca para llevar a cabo la sesión. Una bestia de más de 300 caballos de potencia que disfrutamos como niños conduciendo por los caminos que nos llevaron a nuestra localización y cuya presencia allí ese día resultaría providencial para lograr solucionar una situación bastante delicada.
«Recuerdo observar perplejo como un coche de la Guardia Civil circulaba por la carretera comarcal que bordeaba nuestra posición pasando de largo sin detenerse, y a sus ocupantes mirándonos con cara de incredulidad en plena maniobra, como si estuviéramos grabando una película o algo así»
Así, a primera hora de la mañana, aparcamos nuestros vehículos junto al agua y nos pusimos a preparar una sesión que transcurrió sin sobresaltos, con la lluvia haciendo acto de presencia de forma intermitente. Muchas horas después, ya atardeciendo, nos dispusimos a recoger, cansados tras una larga pero productiva jornada de trabajo. Una vez estuvimos preparados para marcharnos, yo mismo me puse al volante de la autocaravana, pero tuve una desagradable sorpresa: la hierba y el terreno arcilloso sobre la que estábamos aparcados se había mojado tanto que se había creado barro y las ruedas no conseguían hacer tracción al acelerar, patinando una y otra vez a cada intento que hacía por salir de allí y generando más barro aún.
Estábamos atrapados, pero eso no era lo más grave; lo que empezó a asustarme de verdad fue descubrir que, con el movimiento, debido a lo resbaladizo del terreno y una leve pendiente inclinada hacia el agua, la autocaravana -un bicho de siete metros de largo y tres toneladas de peso-, se había deslizado unos cuantos palmos hacia el pantano. La luz del día empezaba a escasear, seguía cayendo agua y lo que hasta entonces había sido una agradable jornada daba un giro inesperado y diferente.
Como se hacía tarde, la grúa que nos había traído el H2 regresó a recogerlo y fue su conductor el que nos brindó una solución de emergencia: atar la trasera del potente 4X4, provista de anclajes, al frontal de la autocaravana para sacarla de allí como. Siguiendo su consejo, usamos una eslinga (una resistente cinta de nylon multiusos) que, previsores, guardábamos para emergencias, decididos a utilizar toda la potencia del Hummer para sacarla de allí. Se vivieron momentos tensos. Aunque el Hummer, con Diego al volante, sí movía la autocaravana, por momentos las leyes de la física hacían que cuando yo levantaba el pie de su acelerador ésta se deslizará cada vez más como un bloque hacia el pantano debido a la mala combinación que hacían su elevado peso, el barro y los neumáticos. Además, recuerdo observar perplejo como un coche de la Guardia Civil circulaba por la carretera comarcal que bordeaba nuestra posición pasando de largo sin detenerse, y a sus ocupantes mirándonos con cara de incredulidad en plena maniobra como si estuviéramos grabando una película o algo así. Yo imaginaba la autocaravana hundiéndose lentamente en el pantano, la cara de todo el equipo de Daylight Studios al contárselo y todas la lamentables consecuencias derivadas de este suceso cuando finalmente la potencia del Hummer hizo que avanzara algunos metros en línea recta y finalmente saliéramos del atolladero.
Aliviados, condujimos de noche cerrada de vuelta a Madrid, comprobando como la fuerza de la lluvia y la velocidad en la carretera dejaban al Hummer -ya sobre la grúa- y a la autocaravana impolutos y relucientes. Nada hacía intuir los difíciles instantes por los que ambos vehículos habían pasado apenas una o dos horas antes, pero a mí no se me quitaba de la cabeza».
* Dani Martín es director técnico de Daylight Studios